Después de una semana intensa de encuentros y propuestas de los tres grupos motores, queremos volver a vernos todos juntos, y si se suman más vecinos y vecinas, mejor. Queremos conversar sobre procesos participativos, laboratorios ciudadanos, cultura comunitaria: conceptos que han ido saliendo estas semanas al empezar a fluir el Mar de Huesca y vamos a conocer ejemplos concretos de otros territorios. Queremos conversar sobre el embalse de la Sotonera, sobre su historia, sobre el patrimonio que le rodea, y sobre las comunidades que lo habitan.
Gracias a la intermediación del ayuntamiento de Alcalá de Gurrea pudimos abrir la mítica Cultural, en Tormos: qué mejor lugar para encontrarnos que aquel que acogió tantas reuniones, tantas fiestas, tanta cultura en torno al pantano a fin de cuentas.
La Cultural lleva tiempo cerrada, y cuando llegamos le han dado un buen repaso para que nos sintamos más cómodos. Aún con el suelo mojado, empezamos a colocar la pantalla, el ordenador, las tortas y los refrescos. En esas estamos cuando llegan los compañeros de La Ortiga Colectiva, con quienes nos hemos encontrado varias veces virtualmente en el proceso de mentoría, y por fin podemos damos un abrazo. Serán María y Ángel quienes arrancarán el encuentro contando sus experiencias en otros pueblos, otros grupos, otros laboratorios, poniendo su conocimiento al servicio de lo colectivo, para pasar después a contarles nuestros procesos aquí.
Siguen llegando personas desde los distintos pueblos que rodean el embalse, algunas vienen solas que tendrán que marchar pronto (hay una cata de vinos programada que bien merece salir antes, claro), otras comparten furgonetas y vienen con algún vecino que no conocía el proyecto. Hay quien ha venido directa de la piscina, y otras han tenido que dejar la partida de guiñote para estar aquí a las 17h. Los más mayores no pueden dejar de comentar la de fiestas que han vivido en ese lugar, más concretamente: vaya zorreras. Otras tantas personas se han disculpado por no poder estar, trabajos o fiestas en el último sábado de julio no les han permitido venir. Aún no hemos empezado y ya hay quien dice que habrá que repetir. Se van llenando las mesas, que hemos dejado colocadas tal y como estaban, para un encuentro más informal, y que llenamos de tortas de Alcalá y agua, de productos de la tierra vaya 😉
Hay quien trae un regalo. Vaya regalo, unas coplas ¿Las podremos escuchar?
Después de algunos minutos de cortesía, y pensando en el resto de eventos que hay por la zona más tarde (¡son las fiestas de Montmesa!), presentamos rápido a María y Ángel, de La Ortiga Colectiva, para que nos empiecen a hablar de procesos participativos, esto es: una herramienta para vivir mejor.
María comparte algunas bases del trabajo en cultura comunitaria en el mundo rural, partiendo de que no hay que llevar cultura a los pueblos, que los pueblos ya tienen cultura, lo que se pretende es establecer un diálogo de saberes en el que se integren todas las miradas y se haga hueco a los conflictos. Cuando se construye junto a los demás no siempre es fácil. Si pensamos en un conflicto en este territorio aparece el tema de las granjas o de las placas solares.
A lo largo de la charla podemos escuchar también una definición de esto que estamos haciendo, de Laboratorio ciudadano, que no es otra cosa que un espacio donde personas distintas se ponen a pensar juntas un tiempo concreto sobre un tema común, que bien puede ser resolver un problema, o gestionar un deseo. Algo así como responder a la pregunta ¿Qué te gustaría que sucediera en tu pueblo? Aunque, atención, no es tan importante lo que pase finalmente, cómo lo que sucede mientras se piensa, se decide, se discute, se dialoga. Como ya hemos ido viendo en estas primeras semanas del Mar de Huesca, es más importante el proceso de compartir con otras personas de manera horizontal.
Nos cuentan sus experiencias con Rural Experimenta, con Cantabria Experimenta, y con los talleres itinerantes, la revista, los mapeos colaborativos, etc. Aunque, aún mejor, nos han traído un vídeo en que las personas que han vivido esos procesos lo cuentan con sus propias palabras, porque, como ya dicen: un laboratorio no se puede contar, hay que vivirlo.
Llega entonces el momento de contar lo que se está viviendo en el Mar de Huesca.
Invitamos a que personas de los distintos grupos motores compartan con el resto qué se está proponiendo en sus grupos, por dónde van sus procesos. Nos cuentan con emoción el trabajo en el guion de un vídeo en el que se pueda apreciar los increíbles atardeceres y cielos de este territorio, y comparten el grupo variopinto que lo está ideando. Enseguida saltan del grupo que quiere acercar a la infancia al embalse, porque le ponen el componente más humano, dicen. Vaya, esto de los conflictos en directo. En este caso, el atardecer y las aventuras del embalse, lo que nos une, hace que se regule rápido. Y, por último, comparte el último grupo las dificultades para que participen todos los vecinos y vecinas en las actividades y su búsqueda por hacer convocatorias que integren a personas de todos los municipios (como estamos hoy), a vecinos oriundos y otros forasteros (sí, aparece esa palabra entre risas que intentan suavizar). El diálogo continua por estos derroteros, precisamente entre vecinos de toda la vida y otros que han llegado después, con una pregunta en el centro ¿Qué es lo que nos une? Y nos vamos a compartir patrimonio, como el de la Atalaya y los atardeceres, pero también las Torres mudéjares, y claro, el patrimonio industrial, y cómo no el inmaterial. La sesión se cierra, para continuar ¿cómo conseguir participación?
Nadie quiere marchar, y nos lo ponen más difícil: han traído ricos quesos los compañeros de Quesos d’Estrabilla, que nos preparan para degustar. Nos vamos quedando en corrillos, comentando las ideas e historias que el encuentro ha revuelto, entre quesos y refrescos, nos acercamos a ver de el escenario y su escenografía pintada a mano, a preguntar por el final de alguna historia que se ha dejado sin terminar.
Poco a poco nos vamos despidiendo, la semana que viene pondremos en común todo lo hablado y discutido y lanzaremos nuevas propuestas de encuentros. Habrá quien ya esté de vacaciones, otros que volverán. Seguimos haciendo proceso. Y qué gusto. Muchas gracias a La Ortiga por compartir sus saberes y experiencias. Y a todas y todos los que nos pudimos acercar a darle vida a La Cultural.
Por si os lo estabais preguntando, sí, pudimos escuchar las primeras coplas del Mar de Huesca. Compartimos solo un momento, que el resto no cabe aquí, había que vivirlo. Son momentos de placer.